viernes, 30 de octubre de 2009

ELDORADO







Cruzada por la región de la selva y la región de las flores, la ciudad de Eldorado se alza en medio de un apasionante paisaje, mojado por aguas cristalinas y sombreado por una espesa vegetación. Contraste permanente entre relax y aventura, este rincón misionero aparece como la opción más válida para unas vacaciones placenteras y completas.Atractivos variados y seductores, Eldorado explota en actividades de riesgo que despiertan la adrenalina de quienes se atreven a desafiar los senderos selváticos, y la velocidad y caídas de sus cursos de agua. Campings dónde disfrutar de jornadas bajo el sol y en plena naturaleza; reservas naturales dónde contemplar las más diversas especies nativas y exóticas; paisajes de ensueño; modernísimos servicios y excelente atención; la cartelera de esta ciudad se explaya en opciones cuya tentación nadie logra resistir.



La pesca deportiva de peces de agua dulce, y la caza mayor de tapires, venados y jablíes, son dos de los principales concentradores de turismo en la zona de Eldorado. Turismo de aventura, turismo natural y agroturismo se incorporan a la cartelera haciendo de esta ciudad de Misiones un sitio propicio para vacacionar en familia en busca de esa extraña mezcla de descanso y recreación.El Parque Schwelm, con su fusión de cultura y naturaleza, y el Complejo Turístico Cueva Miní, con su amplia oferta capaz de aunar adrenalina y serenidad; se han convertido en visitas obligadas para todo aquel que pisa el suelo de Eldorado, un suelo casi tan rico como el que describía la leyenda aborigen.Imperdible visitar en familia sus saltos de agua y cálidos arroyos, disfrutando de cada momento sin restricciones.

ELDORADO LA HERMOSA!!!











viernes, 24 de julio de 2009

SALTO KÛPPERS







Este atractivo se encuentra sobre la calle Félix Bogado S/N a 557 metros del Río Paraná Km. 1 en la localidad de Eldorado Misiones. La distancia que existe desde la Avenida Principal (Av. San Martín) es de 2.500 metros.La distancia desde el centro de la ciudad es de: 11.500 metros. Este lugar ofrece atractivos durante toda época del año.




CARACTERISTICAS
- Tiene un clima macro térmico Subtropical, las precipitaciones anuales son de 1.700 a 2.400 Mm.
- Tiene una superficie de 68 ha de las cuales 15 ha. son de reserva natural.- Selva marginal, área natural protegida como “Parque Natural Municipal Salto Kûpperss”. Se encuentran en las llamadas: Selva Paranaense y Selva Rivera con Tacuarales.- Podemos observar dos saltos, el primero de 4,50 metros de altura y 15 metros de ancho, el cual se da sobre roca natural. El segundo tiene 6 metros de altura y 13 metros de ancho, éste no se puede observar pues se encuentra totalmente cubierto de selva y próximo a la desembocadura del arroyo al Río Paraná.






ACTIVIDADES QUE PUEDEN REALIZARSE:



- Caminatas por senderos.- Bañarse en dichas aguas.- Observación de especies arbóreas nativas, y otras exóticas.- Considerable extensión con tabernas en al costa del arroyo.- Observación de fauna nativa, aves de varias especies.






- La accesibilidad es buena y se da sobre camino de tierra. Toda la zona posee vista panorámica.
- Su flora detectó la presencia de especies arbóreas nativas y otras exóticas, también se han encontrado y relevado 26 especies de orquídeas, sumando estas 1.422 ejemplares(Presentación: Clara Aurora González 2.004), y una considerable extensión de tacuaras a orillas del Río. Hay 482 ejemplares.
- Su fauna es destacada por la presencia de coatíes, osito labrador, tortugas de agua, felinos pequeños, aves de varias especies, lobitos de agua y nutrias.
- El recorrido vehicular es de 730 metros.






DATOS PARA CONECTARSE:



- Oficina de turismo Municipal, ubicado sobre ruta Provincial N° 12 Km. 6 / Tel. 425172- Oficina de turismo Municipal, ubicado en el Edificio Cristal Av. San Martín Km. 9 / Tel. 421152
EL ACCESO ES TOTALMENTE GRATUITO

El aeroclub de Eldorado











Eldorado cuenta con una pista de aterrizaje asfaltada, con capacidad para recibir aviones de pequeña y media envergadura. La pista esta señalizada con valizas, lo que la habilita para aterrizajes nocturnos.Por su ubicación estratégica dentro de la provincia, la pista convierte a Eldorado en un punto clave para la recepción de Turistas o bien el trasporte de mercaderías. A lo largo de los años se han recibido visitas de importantes dirigentes políticos, como así también se han realizado grandes exhibiciones aéreas.
Por otra parte la pista a sido de gran utilidad para la recepción de órganos destinados a la realización de ablaciones.








Un poco de Historia




Este articulo fue publicado el 23 de noviembre del año 1953 por el diario "El Territorio" de la ciudad de Posadas.








UN NUEVO PÁJARO SE ADUEÑA DE LA RICA Y HERMOSA SELVA MISIONERA








No se trata de un determinado animal. Este pájaro es una invención del hombre y esta destinado a su total beneficio.- Su clasificación es mas sencilla que la zoológica y mas dúctil que aquellos.Nos aprestamos a partir en uno de ellos – Ese pájaro es rojo, y su denominación es Piper biplaza L.V.R.O.E. su dueño Aero Club Alto Paraná Eldorado su circunstancial pajarero un joven piloto misionero. Fernando Saldaña – En plena tarde ruge su pequeño motorcito y en breves saltos de pájaro en cuestión toma altura y como sintiéndose importante, brinca antes de despegar para luego en placido giro tomar la ruta a esa otra quimera de las grandes realidades de Misiones, la Colonia de Eldorado.




Mientras en cómodo seguro viaje, nuestro pájaro rojo, devora kilómetros , reflexionamos sobre esta nueva era en la vida del territorio – Hasta ayer nomás, en 1943, viajar a Eldorado, era toda una odisea, largos recorridos, penurias y sacrificios para quienes se atrevían realizar el cruce en auto; hoy en cambio en una hora y 15 minutos, se cruza la rica y hermosa selva de Misiones, cuyo follaje es de admirable característica – El Paraná, es una serpiente que camina pesadamente en gracioso zigzag y los arroyos no menos curvados cruzan caprichosamente el rojo camino entre el verdor magnifico de esta tierra de grandes esperanzas y futuro.Ya en el Eldorado no podemos sustraernos a la imperiosa inquietud de tomar datos para esta nota – Merece, lo dijimos mas de una vez que el Aero Club Alto Paraná Eldorado, sea conocido por su incansable trabajo por su admirable fe en el porvenir y su extraordinario aporte al progreso de la región – Tarde pero al fin cumplimos esa deuda pendiente.-El Aero Club Alto Paraná Eldorado fue fundado en el año 1946 figurando entre sus propulsores el socio Nro 1 Erich Kellner (el mariscal del arte de Eldorado) y los señores Dr. Benincasa, bernandino Slamovits, Ignacio Mschede, Julio Rodríguez, José Zettelmann y otros. – Lalabor se inicio con el triplaz aPiper N P 1 (que hasta hoy sigue firme en la brecha).- La preocupación de sus fundadores fue poner la aviación al servicio del ideal justo y humano. El transporte de enfermos, abreviando distancias y salvando vidas. Y en verdad de verdad es que ese ideal se cumplió fiel y honradamente. – En la actualidad ese modelo ejemplar de club aéreo, tiene quizás como pocos en toda la republica una brillante foja de servicio que es orgullo para todo Misiones.-Como datos ilustrativos, podemos decir que el Aero Club Alto Paraná Eldorado cumple actualmente otra etapa altamente beneficiosa.- Transporta correspondencia y pasajeros socios, tres veces a la semana. Ese servicio quedo normalizado en forma definitiva el 29 de julio de 1953. Y tienen en su haber, la institución un total de 7 mil horas de vuelo sin ningún accidente, ha transportado 3.500 socios pasajeros, lleva un promedio de 4 kilos de correspondencia por viaje y cumplió ya un recorrido de 180 kilómetros y el pasaje para los socios es de un costo bajísimo, de Posadas a Eldorado, sale ida y vuelta $ 270.-En la actualidad los “pájaros mecánicos”al servicio de la institución son 2 bellancas catriplazas, el R.R.X y el R.Y.G. el valiente Piper triplaza N>P>I y una Piper biplaza I.V.R.O.E. y son sus animosos “pajareros”los incansables y simpáticos aviadores civiles Miguel Andrejovicz con 2500 horas de vuelo, Héctor Thies con 1800 horas, Helmut Krichner con 1500 y el benjamín de la familia Fernando Saldaña con 800 horas.Cuenta el club con 450 socios, muchos de ellos radicados en los mas lejanos confines de la nación, pero ligados espiritualmente, a esta obra y a esta institución con lazos de verdadera solidaridad deportiva.- Todos l os lunes, jueves y sábados o cuando las necesidades lo justifican, estos nuevos y modernos pájaros salen de su nido de Eldorado y adueñándose de la rica y hermosa selva Misionera llegan a Posadas o siguen a otras rutas, transportando el mensaje de paz, y de trabajo con que están identificados todos los hombres que viven en Misiones – Una silenciosa y digna del mejor comentario.-Cumplimos aunque tarde, nuestra deuda con el Aero Club Alto Paraná Eldorado, seguros de que cuantos mas clubes de este tipo tengamos en Misiones , mas grande haremos a nuestra tierra colorada.

miércoles, 22 de julio de 2009

SALTOS DEL MOCONÁ







SALTOS DEL MOCONNÁ, EN GUARANÍ, "EL QUE TODO LO TRAGA"






Los saltos del Moconá son el límite natural del Parque Provincial Moconá y de la provincia de Misiones con Brasil, y están enclavados en la reserva de Biosfera Yabotí (reconocida por la UNESCO en su programa "Man and Biosphere) frente al Parque Estadual Do Turvo, del otro lado del Río Uruguay (Brasil), en la confluencia de los ríos Uruguay, Yabotí, Pepirí Guazú y Pepirí Miní.






Los saltos del Moconá son producto de una falla geológica en el manto de basalto del macizo de Brasilia. Esto, ocasionó un quiebre en el río Uruguay de aproximadamente 3 kilómetros de longitud con una profundidad de más de 120 metros. A diferencia de una cascada estos saltos caen en forma paralela al curso del río. En épocas de caudal normal, los saltos, pueden medir hasta 20 metros de alto. La altura varía según las lluvias, o la apertura de las compuertas de las represas.






Actividades en la zona:



Visita a la aldea Guaraní Jeyí. Visita al parque La Araucaria. Paseos y cabalgatas por el monte. Avistaje de aves. Pesca de surubí y dorado. Observación de la flora con más de 2000 plantas y flores distintas.
Alojamientos más cercanos:



Camping en el destacamento Yabotí de gendarmería.



Posada La Misión: cabañas de madera y piedras de la región 45 km de El Soberbio por camino de tierra.






Distancias aproximadas:
El Soberbio: 73 km.
Posadas: 340 km.
Iguazú: 320 km.
Oberá: 230 km.

martes, 21 de julio de 2009

Salto encantado


Majestuosa caída de agua de 60 metros de altura, el Salto Encantado estremece los sentidos convirtiéndose en atractivo central del Parque Provincial que lo abraza con una exhuberante vegetación hábitat de una fascinante fauna nativa.
Alimentado por la corriente del arroyo Cuñá Pirú ( en gusaraní "mujer flaca"), que recorre la extensión del área protegida colmándola de hermosura, este salto suma a su encanto natural la sensacional escena nocturna producida por la iluminación artificial que cautiva con su resplandecer en un mágico entorno selvático.

Varios miradores rodean el Salto Encantado invitando a disfrutar de indescriptibles visualizaciones panorámicas, mientras senderos peatonales guían a través del parque consintiendo su descubrimiento y señalando el acceso hacia increíbles saltos y cascadas como los denominados La Olla y La Víbora.

Infraestructura propicia para la estadía en el lugar; quinchos, parrillas, juegos infantiles, buffet, espacio para acampar durante todo el año, y una cordial atención de los Guardaparques completan la propuesta de este incomparable atractivo natural.

miércoles, 15 de julio de 2009

HISTORIA DE LA YERBA MATE











Los Guaraníes y su Caà-ete (yerba verdadera)








El conocimiento de la yerba mate se remonta a los albores de la cultura guaranítica. Era un alimento básico de los indios, que la usaban como bebida, sorbiéndola de calabacillas mediante bombillas hechas de cañas o también mascándola durante sus largas marchas. La yerba tenía en la cultura guaraní un rol social mas allá del fin meramente nutritivo, pues era objeto de culto y ritual, a la vez que moneda de cambio en sus trueques con otros pueblos prehispánicos: los incas, los charrúas y aún los araucanos a través de los pampas, recibían yerba elaborada de manos de los guaraníes. Caá en guaraní significa yerba, pero también significa planta y selva. Para el guaraní, el árbol de la yerba es el árbol por excelencia, un regalo de los Dioses. Tomar la savia de sus hojas era para ellos beber la selva misma.
» Los conquistadores españoles y los jesuitasDe los guaraníes, los conquistadores aprendieron su uso y las virtudes que posee, e hicieron que su consumo se difundiera en forma extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico desde su zona de origen a todo el Virreinato del Río de la Plata.
Más tarde los jesuitas introdujeron el cultivo en algunas reducciones. Sus misiones estaban distribuidas en la región que constituyen la provincia de Misiones, Norte de Corrientes y Sur de Paraguay y Sudoeste brasileño, a fin de evitar las grandes distancias que los separaban de los lugares de producción. Ellos habían develado el secreto de la misteriosa germinación de las semillas de yerba, descubriendo que sólamente germinan aquellas semillas que han pasado por el sistema digestivo de los tucanes. Pero en su expulsión, ocurrida en 1769, se llevaron con ellos el secreto, sobreviniendo el abandono de las plantaciones y perdiéndose la tradición del cultivo. Aunque los jesuitas preferían tomar mate cocido en lugar de mate, fueron los grandes responsables de que la yerba fuera conocida en el mundo civilizado, en donde llegó a conocérsela como el "té de los jesuitas".




Bonpland y la Ilex Paraguariensis








Más de medio siglo después, el famoso naturalista francés Aimé Bonpland inició los primeros estudios científicos sobre la planta de la yerba mate, su cultivo y sus usos. Dos años más tarde, en París el botánico Saint Hilaire clasificó a la yerba como Ilex Paraguarensis.
Fue Bonpland quien redescubrió el secreto de la germinación, pero éste volvió a perderse con la extinción del botánico. Recién hacia 1903 en Santa Ana -Misiones- se vuelve a descubrir que sólo germinan aquellas semillas que han pasado por el sistema digestivo de ciertas aves y se realiza la primera plantación moderna de Yerba Mate.
Hasta entonces y aún por muchos años, la yerba que se consumía provenía de la selva, de plantas silvestres que crecían en manchones con gran densidad de árboles, llamadas islas. La explotación irracional, en la que la tala de los árboles fue moneda corriente por siglos, terminó insumiendo por completo el recurso que parecía inagotable. Sólo con las plantaciones racionales, los cultivos de yerba volvieron a hallar su lugar en la historia.




La yerba en el siglo XX








Durante los primeros años del siglo XX, nacieron las grandes industrias yerbateras de la Argentina, que se establecieron en los puertos del Sur, Rosario y Buenos Aires, pues la yerba mate, que seguía siendo explotada en su mayoría en los montes naturales de Brasil y Paraguay, era transportada por el Río Paraná.
En la década de 1920, cuando comenzó la colonización de Misiones, el Gobierno Nacional le adjudicó parcelas de tierra a los colonos europeos con la condición de que una parte de la misma fuera implantada con yerba mate. Cuando esas plantaciones comenzaron a producir, los Industriales Yerbateros de Rosario y de Buenos Aires se negaron a comprar esa yerba, pues les convenía seguir abasteciéndose de la materia prima paraguaya y brasilera. Pronto, esa situación produjo una gran crisis en Misiones, ya que los productores no podían vender su producción, y como consecuencia de ello, se produjo la primera intervención estatal. Así, en 1936 se dictó la Ley 12.236 y se creó la "Comisión Reguladora de la Yerba Mate" y el "Mercado Consignatario de Yerba Mate Nacional Canchada", mediante los que se prohibió la plantación de yerba mate y se establecieron cupos de producción. Mientras que la intervención del Estado minó el espíritu empresario de los yerbateros, hasta 1966 los Industriales de Buenos Aires y Rosario continuaron importando yerba de Paraguay y Brasil.
En 1989 se eliminó la CRYM, pero sin crear un mecanismo que acostumbrara al productor a trabajar sin la intervención estatal y dejándolo repentinamente expuesto al mercado. Fue así como a partir de 1995 se llegó a la última crisis de superproducción, cuando por exceso de materia prima se produjo una gradual pero importante caída del precio que dura hasta el día de hoy.




El cultivo de yerba en la actualidad








A pesar de los innumerables intentos y al paso de los siglos, la yerba mate siempre se resistió a crecer fuera del perímetro que antiguamente fuera habitado por los guaraníes. Nació en América del Sur y sigue siendo una planta bien americana, pero no de cualquier parte del continente. El área de distribución de la yerba mate se restringe al Noreste de Corrientes, Misiones, Paraguay y Sur de Brasil. Allí la temperatura, humedad y tierras se conjugan para lograr las condiciones ideales para su desarrollo. Por más que se ha intentado cultivarla en zonas similares de América del Norte, Asia y África, los ensayos han fracasado, y así es como la yerba mate se conservó como un tesoro exclusivo de invalorable importancia para estas regiones.




El mate, una buena costumbre








Cuándo descubrieron los guaraníes las virtudes de la yerba y cómo desarrollaron la mejor forma de disfrutarla, es algo que permanece en el oscuro pasado prehistórico. Sabemos, sin embargo, que los españoles adoptaron instantáneamente la costumbre indígena y los criollos la convirtieron en fruto de pasión e identidad. Desde la elaboración de la yerba hasta la forma de consumo, la costumbre del mate ha permanecido intitleerada desde tiempos remotos y por cinco siglos de historia, arraigándose cada vez más en los usos del sur de Sudamérica y aún extendiéndose a lugares muy lejanos. En la Argentina es la bebida más consumida después del agua de la canilla, sin distinción de clases sociales ni edades.









ELABORACION









EL VIVERO





En el vivero nacen millones de plantitas seleccionadas por nuestros expertos de las mejores plantaciones, garantizando la calidad superior de nuestra yerba desde el origen.




LA PLANTACION




Luego de seis meses las pequeñas plantas son llevadas a su lugar definitivo en el campo. El delicado cuidado de cada una de ellas permite que crezcan vigorosas, sanas y con todas las cualidades de la genuina yerba mate.




LA COSECHA




Tradición y tecnología se combinan en la recolección de la yerba mate. Las hojas son recolectadas solamente cuando están maduras y en su punto justo, para asegurar una yerba de calidad superior.








EL SECADERO
En el secadero, las hojas son expuestas a la acción directa del fuego para detener su fermentación y oxidación. Luego, durante tres horas son sometidas a una temperatura de 100°. Ya secas, son trituradas para convertirse en "yerba canchada".




EL ESTACIONAMIENTO




El sabor, color y aroma que distinguen a cada una de las yerbas que se producen en Las Marías, se logran luego de un estacionamiento rigurosamente controlado por especialistas.




EL MOLINO




En el Molino se lleva a cabo el procesamiento teniendo en cuenta los distintos tipos de yerba mate según sus orígenes, tipo de cosecha y época de elaboración. Esta es luego mezclada en las proporciones adecuadas de acuerdo a la personalidad de cada una de las marcas.








EL ENVASAMIENTO




Es el último eslabón de la cadena y es de fundamental importancia para conservar intactas todas las cualidades de la buena yerba. Por eso Las Marías usa exclusivos envases herméticos especialmente desarrollados.









EL CATADO
El irremplazable paladar de nuestros catadores es el que controla todas las etapas del proceso para lograr el perfecto equilibrio y el rendimiento de cada una de las yerbas.








LA CHIPA













Su nombre designa a los panes de harina de maíz y mandioca, siendo uno de los alimentos más antiguos que tiene la población americana. Con la venida de los españoles este pan adquiere una simbiosis con la cual se consolida la chipa que actualmente conocemos. Así se introducen la utilización de los huevos, leche y queso en su elaboración.
En los registros históricos de la época de la colonia y de los Jesuitas aparece en varios párrafos que los Guaraníes preparaban tortas y panes de mandioca o de maíz. Para la fabricación de la chipa no se usa ningún tipo de levadura y puede guardarse varios días, a pesar del calor. Estas características hicieron que en los inicios de la catequización, los sacerdotes admitiesen su consumo durante la Semana Santa y en todas las celebraciones religiosas (Miró Ibars, 2001: 84).
Algo interesante de destacar es que si bien prácticamente existe una receta básica, a todas las familias les sale con un sabor o punto diferente, es como si cada familia impregnara su espíritu en la masa. Esto que afirma Miró Ibars (2001:85) da cuenta de lo intangible de la chipa, de su valor patrimonial, de su significación, de ser un producto de la transmisión generacional, de que cada uno tiene su método y ritual de elaboración, de la utilización de medidas aproximadas y con todo eso - o por eso-, sigue siendo chipa. Se han registrado 70 variantes, sin contar las formas. La chipa se prepara con distintos ingredientes, pero los pilares son la mandioca y el maíz y sus distintas harinas, le sigue en importancia el coco, maní, arroz, poroto y algunos otros ingredientes que sirven para completarla o crear variantes.
Además de los múltiples ingredientes que entran en su elaboración, existen distintas morfologías que puede adquirir y diversas variantes de cocción (con hojas de banana, güembé, yaguarundí, jui, achira, avatí piré o las hojas que cubren la espiga del maíz; bajo cenizas; paila de barro; palo asador; horno o tatakúa).

Las piedras preciosas de Misiones
















MINAS DE WANDA




No se puede dejar Misiones, sin visitar Las minas de Wanda. La localidad de Colonia Wanda, está ubicada a 40 kilómetros de las Cataratas del Iguazú y a 260 de Posadas, sobre la ruta Nacional 12.
Tras recorrer una bonita ruta bordeada por abundante vegetación, pintorescas casas de madera típicas e interminables plantaciones de pinos, principal recurso económico de la provincia de Misiones, se llega al pequeño pueblo de Wanda, donde están localizadas las minas de piedras semi-preciosas a cielo abierto.
Variedades de cuarzos, ágatas, cristal de roca, amatistas y topacio son primorosamente trabajados hasta convertirse en finas joyas. Además pueden observarse las piedras en su estado natural, su extracción y elaboración.






Los yacimientos de piedras preciosas de las minas Tierra Colorada y Compañía Minera Wanda, recostados ambos sobre las riberas del caudaloso río Paraná, constituyen un singular atractivo, visitado diariamente por cientos de turistas procedentes de todo el mundo. Las minas de piedras preciosas son el principal atractivo turístico de Colonia Wanda, localidad ubicada a 40 kilómetros de las Cataratas del Iguazú y a 260 de Posadas, sobre la ruta Nacional 12.
Variedades de cuarzos, ágatas, cristal de roca, amatistas y topacio son primorosamente trabajados hasta convertirse en finas joyas. Además pueden observarse las piedras en su estado natural, su extracción y elaboración.
Tras recorrer una bonita ruta bordeada por abundante vegetación, pintorescas casas de madera típicas e interminables plantaciones de pinos, principal recurso económico de la provincia de Misiones, se llega al pequeño pueblo de Wanda, donde están localizadas las minas de piedras semi-preciosas a cielo abierto.
En 1976 descubrieron una veta en Wanda, que se convirtió en la primera mina de la provincia y desde entonces comenzó esta oferta. Wanda tomó su nombre de una princesa polaca, cuentan con orgullo los pobladores. El suelo, semiprecioso, permite explotaciones al aire libre o subterráneas, que se convierten en brillantes artesanías que recorren el mundo.
Los visitantes pueden acompañar de cerca la extracción a cielo abierto y en cavernas. En algunos casos el trabajo lleva más de un año, pues requiere mucho cuidado en la manipulación artesanal debido a que los tesoros están escondidos en áreas frágiles que no pueden ser cavadas con explosivos. Los exploradores tienen temor de perjudicar los bordes de las piedras.
Además del brillo de las piedras, el circuito turístico ofrece la posibilidad de acompañar la lapidación de las piedras. Una colección de las especies locales está expuesta en el Museo de Piedras. El parque abriga tiendas especializadas donde se pueden comprar muestras brutas o trabajadas.
Los guías del paseo dicen que conocer las minas ayuda a acumular fuerzas con la energía positiva que emana del lugar. Esto porque el ambiente está cercado de fuentes naturales. Está en la margen del río Paraná, no muy distante de las Cataratas del Iguazú, contrastando con el verde, el aire y la tierra fértil del Parque Nacional del Iguazú.






HISTORIA MINAS DE PIEDRAS PRECIOSAS DE WANDA






El Macizo de Brasilia, sobre cuyo basamento se apoya la provincia de Misiones, se formó en la era terciaria hace ciento cincuenta millones de años. La provincia tiene once coladas, es uno de los mayores basaltos del mundo.
Del núcleo de la tierra fue saliendo la lava por sucesivas coladas. La tierra se fue agrietando y las coladas fueron cubriendo la región sur de Brasil, el norte de Uruguay, la provincia de Misiones y parte de Paraguay, con un hundimiento en la provincia de Corrientes, hasta terminar en la isla Martín García.
Al enfriarse la lava, producto de estos movimientos magmáticos, los globos de gas que quedaron aprisionados y no pudieron emerger fueron conformando la roca básica llamada basalto. El basalto de Misiones tiene el 93 por ciento de óxido de hierro, composición que explica el porqué de la tierra colorada de esa provincia.
El basalto es la roca madre que da origen a la formación de las piedras preciosas de Wanda. Hay dos tipos de basalto: el constituido por pequeños orificios, llamado amigdaloide, y el basalto vesicular, caracterizado por sus grandes cavidades (la roca con agujeros). Esa roca madre es penetrada por el sílice componente químico del cuarzo, puro o con diferentes óxidos.
El cuarzo-químicamente es el sílice, el mineral que pertenece al grupo de las piedras preciosas. Los cristales de cuarzo adoptan una forma particular, de acuerdo con su organización molecular que está determinada por el elemento químico que la conforma: prismas hexagonales bipiramidales u octaedros. Al penetrar el sílice en la cavidad de la roca madre (basalto), y al tener un enfriamiento abrupto, los cristales no pudieron desarrollarse. Son los llamados cuarzos criptocristalinos, caracterizados por las ágatas (translúcidas) y los jaspes (opacos, con inclusiones ópticas).
Opuestamente, los cuarzos fenocristalinos se originaron por procesos de enfriamiento lento: amatistas, topacios, cristales de roca. Toda la extracción va orientada especialmente hacia las amatistas, ya que el cristal de roca no tiene gran valor gemológico. Si las amatistas son quemadas, se tornan amarillas y se llaman entonces topacios.
De un movimiento de diez toneladas de roca, se extrae un kilogramo de amatista en bruto; de siete mil kilogramos de amatista en bruto, se extraerá solamente un kilogramo de la parte del cristal que, por su transparencia, tenga valor gemológico. De esta última quedarán unos cien gramos apenas, o quinientos kilates, de gema lapidada (kilate = 0,20 g).
Para los cuarzos criptocristalinos, no es necesaria la minería, son hallados sobre la superficie. En el canto rodado de la ripiera norte, en Posadas, en las areneras, en Villa Lanús, en las calles enripiadas de Posadas, donde, después de la lluvia, aparecen limpios y traslúcidos.






LA NOBLEZA MINAS DE PIEDRAS PRECIOSAS DE WANDA






Actualmente existen piezas de Misiones en poder de los reyes de España, en las embajadas de Italia, España, Francia, Estados Unidos, Japón, Corea, Alemania y Canadá.
Mina Tatiana, situada en Puerto Libertad (Misiones), es riquísima en yacimientos de amatistas y topacios. Los empresarios ampliaron su explotación, trascendiendo los límites de la provincia de Misiones, a Córdoba y Catamarca.
Las amatistas de Córdoba compiten con las de Namibia del Sur (África), consideradas como las mejores del mundo. En el yacimiento de Patricia Melania (Catamarca) hay berilos, aguamarinas y esmeraldas.

lunes, 13 de julio de 2009

EL REVIRO



“Me vine del Entre Ríos,
voy al Alto Paraná
porque allá sólo se come
Revirado y Yopará” Copla Popular

El reviro es un alimento utilizado en la zona de la llanura chaqueña y mesopotámica argentina. En Misiones, es común que en los obrajes, por la mañana se prepare el reviro, que acompañado de mate, sirve de desayuno nutritivo para los trabajadores.
Ingredientes:
3 cucharadas de grasa
½ kilo de harina
1 taza de leche
1 huevo
sal
Preparación:
· Calentar bien la grasa en una olla preferentemente de hierro, y agregar sal a gusto y harina desleída en leche fría.
· Cocinar a fuego moderado revolviendo sin cesar hasta que tome la consistencia de una polenta.
· Agregar el huevo ligeramente batido, sin dejar de revolver y servir enseguida.

El huevo se puede agregar fuera del fuego.

Reviro Quesu

Agregar queso fresco antes de servir.

El tererè


El nombre de Tereré es onomatopéyico, relacionado con los ultimos tres sorbos que uno realiza al succionar la bebida. Una versión folclórica de la creación del tereré cuenta que durante la Guerra del Chaco (entre Paraguay y Bolivia, 1932-1935), las tropas comenzaron a beber el mate frío para no encender fuegos que delataran su posición.
Otra versión es la que cuenta que durante la Guerra del Chaco, las tropas paraguayas comenzaron a beber el agua de "tajamares", o la podían obtener mediante la evaporación de la orina, filtrándola en la "guampa" con yerba u otras hierbas que disfrazaran el mal sabor.
De todos modos es un hecho que el tereré se popularizó en el Paraguay cuando los soldados veteranos del Chaco lo introdujeron en su vida cotidiana.
Otra versión más del origen del tereré lo relaciona con los mensú (esclavos de los yerbales en el Paraguay y noreste argentino, hasta mediados del s. XX), que si eran sorprendidos por los capangas (capataces) haciendo fuego para tomar mate eran brutalmente torturados, por lo que optaron por empezar a tomar el mate frío. Se presume por esta razón que fueron estos mensú, enrolados en filas del ejército paraguayo quienes introdujeron esta costumbre.
Sin embargo se cree que el tereré ya era bebido por los indígenas guaraníes, y que en el s. XVII los jesuitas aprendieron de ellos las virtudes de la yerba mate (ka’a en guaraní). Los mismos jesuitas elogiaron los efectos de la yerba, ya que daba un cierto vigor al que ingería la infusión y calmaba la sed mejor que el agua pura.
Según algunos, los guaraníes no tomaban mate (ni tereré) con bombilla, sino que tomaban la infusión de yerba ya colada (como un té) y también fumaban la hoja de yerba cruda, como tabaco.


A diferencia del mate caliente convencional, que se toma tradicionalmente en un porongo (calabaza), en el caso del tereré la yerba se puede poner en un vaso cualquiera que tenga más capacidad que un recipiente para mate.
En Paraguay le llaman guampa al vaso en donde se coloca la yerba mate, que suele estar hecho de cuerno de vaca, a veces adornado con plata u otro metal. También se hacen “mates” (recipientes para tomar mate) de palosanto (Bulnesia sarmientoii). En Paraguay además se fabrican guampas hechas completamente de plata, algunas con incrustaciones de oro de forma artesanal, pero actualmente mucha gente opta por adquirir guampas de madera revestidas completamente en aluminio, o por fuera en cuero o símil de colores con estilos modernos y personalizados con logos, imágenes y textos. También existen guampas de plástico.
La palabra guampa, pese a ser utilizada en un área hispanófona en la cual predomina el influjo avañe'emé (guaraní), es de origen quechua y significa precisamente ‘cuerno’. El cuerno de vacuno suele ser utilizado como recipiente gaucho en todo el Cono Sur. Por ejemplo el chifle (una especie de cantimplora o caramañola) también está hecho de guampa de vaca.
Para sorber el tereré se usa una bombilla metálica, a veces de plata, que se inserta dentro del recipiente lleno de yerba.


La palabra tereré es onomatopéyica, referida al sonido que emite la última chupada de la bombilla. Este sonido es tácitamente obligatorio dentro de la ceremonia del tereré, puesto que señala que se ha consumido todo lo que se ha cebado, quedando el recipiente listo para cebarle a la siguiente persona.
El cebador generalmente es el pahague, la persona menor del grupo, aunque actualmente los mayores ceban para demostrar deferencia.
Al igual que con el mate (caliente) no se debe agradecer al que “ceba” el tereré sino hasta que uno no desea beber más. La palabra “gracias” le indica al cebador que quien le ha devuelto la guampa ya no desea seguir bebiendo.
Se comentan la anécdota xenofóbicas sobre el extranjero que por cortesía agradece el primer tereré y el cebador deja ya fuera de la ronda al no ofrecerle más la bebida.
El tereré es consumido tanto en verano como en invierno, de día como de noche; en horarios de la mañana, el tereré comienza a ser consumido desde las 10:00 hs; mientras que en horarios de la tarde es consumido desde las 15:00 hs.
Los “remedios refrescantes” (en guaraní pohâro’ÿsã, “remedios yuyos” o hierbas refrescantes) que se mezclan para formar una infusión completa fría no se introducen en la guampa llena de yerba, sino que se echan (a veces con un “chorrito” de limón) previamente golpeados en un mortero de preferencia de palo santo, al jarro de agua que luego se verterá en porciones dentro de la guampa. De este modo cada bebedor de la “ronda de tereré” tomará una medida igual (de lo contrario el sabor se iría “lavando”). Si la jarra con agua y “remedios” se agota, el cebador consulta a los presentes si van a continuar con otra ronda más. Normalmente, sólo se agrega remedios refrescantes en horas de la mañana, es de creencia popular que en otro horario éstos pueden ser dañinos para la salud. Los remedios refrescantes suelen ser adquiridos en puestos de venta en las aceras de las calles en las ciudades o por vendedores ambulantes. Generalmente los vendedores son conocedores de los beneficios de cada planta medicinal y recomiendan la variedad y dosis a consumir.


El tereré como bebida, es en todos sus aspectos, una tradición cien por cien paraguaya, aunque existen variantes regionales sobre su preparación y formas de consumo.
Por ejemplo, el “tereré ruso”, popular en la zona sur del Paraguay, especialmente en el departamento de Itapúa, donde llegaron los rusos blancos (como el capitán Blinoff) exiliados de su patria y que fueron acogidos por el Paraguay y pelearon la guerra del Chaco con los paraguayos. En lugar de agua emplean jugo de naranja o gaseosas y le agregan algunos aditivos a la misma yerba de la guampa y se suele acompañar con "facturas".
El tereré es ideal en épocas de calor, en sustitución del mate. Es muy bueno para mantenerse hidratado y para compartir en ronda con amigos (todo un grupo se abastece de una sola guampa).
En guaraní, los paraguayos llaman tereré rupá (literalmente ‘cama [o nido] del mate frío’) a una especie de refrigerio matutino antes del tereré, que tradicionalmente suele hacerse en horas de la media mañana (a eso de las nueve): se trata algún bocadillo para que el agua fría no “golpee” el estómago.
En Paraguay, el TERERÉ normalmente se toma con remedios yuyos o yerbales (en guaraní se lo llama pohä ñaná), que pueden ser pohä ro'ÿsä o pohä akú (remedio refrescante o remedio caliente respectivamente), sirven para el cuerpo, ya sea para evitar enfermedad o combatirla, para malestares de estómago, dolor de cabeza, problemas en la vía urinaria o el riñón, etc. Se extraen de la tierra, se limpia bien con agua potable, luego se machaca, hasta dejarlo curubicados, echarlo en la jarra o termo para TERERÉ, con un pedazo de hielo para que este bien fresco, y asi poder disfrutar de la mejor bebida paraguaya.


En las provincias del Noreste Argentino es muy común ver a la gente bebiendo tereré. Esto se observa sobre todo en las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes, Misiones y en menor grado en Santa Fe, Entre Ríos y el norte de Buenos Aires. En estas últimas suelen referirse al tereré como "mate frío".
También se observa que a medida que se desciende hacia el Sur la bebida es popular solo entre los jóvenes y adolescentes, los cuales la preparan con gaseosas y una gran variedad de jugos de frutas (naturales o artificiales), preferentemente de frutos cítricos.
En el conurbano bonaerense, el tereré es muy publicitado a través de la enorme comunidad paraguaya y de los provincianos de la Mesopotamia argentina.
En Córdoba la gran cantidad de estudiantes universitarios provenientes de Paraguay y del noreste argentino actualmente están introduciendo esta bebida en la cultura cordobesa. Un ejemplo de esto se esta gestando en la campaña: NO a las Gaseosas, SÍ al Tereré.Aunque el tereré es considerado típicamente paraguayo por los paraguayos, lo cierto es que se encuentra difundido en el NEA argentino y se bebe en otras regiones argentinas durante los días cálidos y también en menor grado en Uruguay y en el sector del Chaco Boreal actualmente boliviano. En Argentina en ocasiones se consume un tereré cuyo recipiente es la mitad de un pomelo fresco convenientemente ahuecado, se recomienda beber tal tereré "al pomelo" varias horas después de haber consumido alimentos sólidos y, entre los neófitos, se recomienda iniciarse con dosis moderadas debido a que podría producir un efecto laxante.


En Brasil se consume en los estados de Paraná, Mato Grosso del Sur (el mayor productor de yerba mate de Brasil), y el interior del estado de São Paulo, principalmente por haber sido poblada por tribus guaraníes; pero es más tradicional como símbolo, en el estado de Mato Grosso del Sur, donde es consumido por gran parte de la población. El ciclo de la hierba mate en Brasil comenzó en la ciudad de Punta Porá, ciudad del actual estado de Mato Grosso del Sur, que limita con Pedro Juan Caballero, ciudad paraguaya.


tereré.
(De or. guar.).
1. m. Á. guar. y Ur. Infusión de yerba mate que comúnmente se sirve fría.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados


La profecía del mensú

Carlos del Frade- Pelota de trapo

Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, en la capital misionera, la pobreza alcanzaba al 53 por ciento de la población, dos puntos más que en el resto del país. También hay más indigencia: durante 2004, el 18 por ciento de los misioneros estaba en este renglón de subsistencia; un año después, la cifra llegó al 20,8 por ciento. Pero lo que no saben los productores de las diferencias es que también crece la rebeldía como continuidad de la memoria familiar. "Conozco la pobreza en Misiones. Nací en Misiones y me acuerdo cómo vivía mi viejo... Vivía... Esa palabra quizás sea una exageración. "Mi viejo se llamaba Don Alejandro Cáceres y era mensú. Tenía que meterse en el monte misionero y pelearle a las víboras y otras alimañas. "Anduvimos por Puerto Liberal, en las tierras de los Benberg, en El Dorado, llegamos a las cataratas... un paisaje único, maravilloso pero no para nosotros, los pobres, señor. No para nosotros. No para mi viejo, Don Alejandro Cáceres. "Mi papá tuvo que volver al monte. "Cuando se enfermaba tenía que ocultarse porque si no lo echaban. A veces trabajaba para las grandes yerbateras o las papeleras. Pero siempre era igual. "Si se enfermaba había que esconderse porque había cientos de pobres y debían ser reemplazados por otros que no estaban enfermos. Así era ser mensú, señor. Así era. "Pero siempre había un compañero que le cobraba aunque sea un jornal. Para que mi viejo pudiera ir tirando. "Mi mamá le hacía la ollita con el reviro, una especie de caldo muy flaco que apenas servía para gambetear el hambre y ahí se iba el viejo, otra vez, con su reviro, para adentro del monte. "Dos veces le picaron víboras cascabel. "Y hubo una en la que casi no cuenta el cuento. "Lo acompañé al médico y no había caso. No lo quería atender. Era mensú. Era uno de los tantos pobres misioneros. Y no había suero para él. No lo merecía por ser pobre, por ser mensú. "Pero él le pidió tanto que quería vivir porque necesitaba alimentar a sus cuatro hijos que el médico le hizo un tajo en la pierna. Fue tremendo todo lo que le salió. Pero se salvó. "Y hasta en una vuelta se agarró paludismo... Y se curó solo... Sí, solo, señor. Solo. Si no, ¿cómo se curan los pobres? Solos... Temblaba por el chucho que le daba el paludismo, pero se curó solo. "Entonces todo eso me fue quedando. Mucha injusticia. "Mucha bronca por esa pobreza misionera", cuenta Ricardo Cáceres al autor de estas líneas. Parecen relatos de otros tiempos. Pero los números vuelven al presente el recuerdo de Ricardo y la dignidad de su padre, Don Alejandro. Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, en la capital misionera, la pobreza alcanzaba al 53 por ciento de la población, dos puntos más que en el resto del país. También hay más indigencia: durante 2004, el 18 por ciento de los misioneros estaba en este renglón de subsistencia; un año después, la cifra llegó al 20,8 por ciento. Creció la pobreza y la indigencia en uno de los territorios más bellos y maravillosos de la Argentina. Consecuencia directa de la impunidad de la riqueza, de aquellos que no permitían la enfermedad entre los mensúes como le pasaba a Alejandro Cáceres. No hay números que hablen del crecimiento de la riqueza en la provincia de la tierra roja y el agua torrentosa. Solamente aparecen las cifras de las víctimas. Pero como bien dice Ricardo Cáceres: "Nosotros vamos a seguir peleando contra las causas de esa pobreza. Porque el amor que nos dieron los viejos a pesar de tantas humillaciones algún día alumbrará otra realidad, mucho más digna que la que vivimos en la actualidad", sostiene el hijo del mensú misionero. Es cierto que hay más pobres e indigentes en Misiones, pero lo que no saben los productores de las diferencias es que también crece la rebeldía como continuidad de la memoria familiar. El futuro vendrá, quizás, como una nueva catarata que fluya de la tierra de los mensúes.

Fuente: lafogata.org

Los Mensúes


Para entender un poco más del patrimonio intangible que reside en la comida misionera debemos conocer a uno de sus personajes principales: el mensú. Eran reclutados en algún puerto fluvial (generalmente la Trinchera de San José) utilizando un mecanismo de “enganche” basado en el adelanto de dinero o productos, que luego el peón estaba obligado a devolver con su trabajo. Los mensúes debían instalarse en el monte para extraer yerba mate según técnicas primitivas. Ambrosetti describe las condiciones de vida en los obrajes, con sus peones amontonados en tugurios temporarios, trabajando a destajo larguísimas jornadas, mal alimentados, sin asistencia sanitaria alguna.
Varios artistas de la región se han inspirado en la vida del mensú para escribir y pintar. En sus poesías y cuentos hacen mención de su alimentación principal, el reviro, alimento energético indispensable para soportar la exigente jornada laboral. También se menciona a la chipa, e inclusive al cogollo y gusano de tacuaras cuando escasean otros alimentos. Asimismo, cuando vuelven a la ciudad, beben caña para liberarse de las penas y sinsabores vividos, y sin saber bien cómo, en ese estado de ebriedad, vuelven a firmar un contrato por el que se comprometen con una nueva partida.
A continuación se transcribe un fragmento del cuento “Los Mensú” de Horacio Quiroga, en donde se describe en qué consistía la alimentación de este personaje tan misionero:
“Recomenzó, automáticamente, sus días de obraje: silenciosos mates al levantarse, de noche aún, que se sucedían sin desprender la mano de la pava; la exploración en descubierta madera; el desayuno a las ocho -harina, charque y grasa–; el hacha luego a busto descubierto, cuyo sudor arrastraba tábanos, barigüís y mosquitos; después, el almuerzo —esta vez porotos y maíz flotando en la inevitable grasa—, para concluir de noche, tras nueva lucha con las piezas de 8 por 30, con el yopará del mediodía.
Se estima que como pocos paraguayos sobrevivieron a la Guerra de la Triple Alianza, gran parte de estos obrajeros provenían de Brasil, que por aquella época se encontraba inmerso en fuertes conflictos internos que propiciaron la expulsión de población. Esto se plasma en las estadísticas demográficas de la época y en el empleo del portugués como lengua corriente entre la población trabajadora y entre los pequeños productores.
Un hecho novedoso de aquellos años fue el crecimiento que experimentó la actual Posadas, que constituyó el asiento principal de población durante todo el período y la llave de ingreso al Alto Paraná, desde donde se organizaron las partidas hacia el monte. Además de algún que otro poblado sobre la costa del Paraná o del Uruguay - como San Ignacio, Santa Ana, Loreto, Candelaria, San Javier donde se registraron molinos yerbateros, ingenios azucareros, de fariña – no existía población estable que habitara la provincia.

Selva... Noche... Luna
pena en el yerbal
el silencio vibra
en la soledad,
y el latir del monte
quiebra la quietud
con el canto triste
del pobre mensu.
Cayetano Maldana y Esteban Podeley, peones de obraje, volvían a Posadas en el Sílex con quince compañeros. Podeley, labrador de madera, tornaba a los nueve meses, la contrata concluida y con pasaje gratis por lo tanto. Cayé -mensualero- llegaba en iguales condiciones, mas al año y medio, tiempo que había necesitado para cancelar su cuenta.
Flacos, despeinados, en calzoncillos, la camisa abierta en largos tajos, descalzos como la mayoría, sucios como todos ellos, los dos mensú devoraban con los ojos la capital del bosque, Jerusalén y Gólgota de sus vidas. ¡Nueve me-ses allá arriba! ¡Al año y medio!
Pero volvían por fin, y el hachazo aún doliente de la vida del obraje era apenas un roce de astilla ante el rotundo goce que olfateaban allí.
De cien peones, sólo dos llegan a Posadas con haber. Para esa gloria de una semana a que los arrastra el río aguas abajo, cuentan con el anticipo de una contrata. Como intermediario y coadyuvante espera en la playa un grupo de muchachas alegres de carácter y de profesión, ante las cuales los sedientos lanza su ¡ahijú! De urgente locuras.
Cayé y Podeley bajaron tambaleantes de orgía pregustada y rodeados de tres o cuatro amigas se hallaron en un momento ante la cantidad suficiente de caña para colmar el hambre de eso de un mensú.
Un instante después estaban borrachos y con nueva contrata firmada. ¿En qué trabajo- ¿En dónde? No lo sabían, ni les importaba tampoco. Sabían, sí, que tenían cuarenta pesos en el bolsillo y facultad para llegar a mucho más en gastos. Babeantes de descanso y de dicha alcohólica, dóciles y torpes siguieron ambos a las muchachas a vestirse. Las avisadas doncellas condujéronlos a una tienda con la que tenían relaciones especiales de un tanto por ciento, o tal vez al almacén de la misma casa contratista. Pero en una u otro las muchachas renova-ron el lujo detonante de sus trapos, anidáronse la cabeza de peinetones, ahorcá-ronse de cintas -robado con perfecta sangre fría al hidalgo alcohol de su compa-ñero, pues lo único que el mensú realmente posee es un desprendimiento brutal de su dinero.
Por su parte, Cayé adquirió muchos más extractos y lociones y aceites de los necesarios para sahumar hasta la náusea su ropa nueva, mientras Podeley, más juicioso, optaba por un traje de paño. Posiblemente pagaron muy cara una cuenta entreoída y abonada con un montón de papeles tirados al mostrador. Pero de todos modos una hora después lanzaban a un coche descubierto sus flamantes personas, calzados de botas, poncho al hombro -y revólver 44 al cinto, desde luego-, repleta la ropa de cigarrillos que deshacían torpemente entre los dientes- y dejando caer de cada bolsillo la punta de un pañuelo de color. Acompañában-los dos muchachas, orgullosas de esa opulencia, cuya magnitud se acusaba en la expresión un tanto hastiada de los mensú, arrastrando consigo mañana y tarde por las calles caldeadas una infección de tabaco negro y extracto de obraje.
La noche llegaba por fin y con ella la bailanta donde las mismas damiselas avisadas inducían a beber a los mensú, cuya realeza en dinero de anticipo les hacía lanzar 10 pesos por una botella de cerveza, para recibir en cambio 1.40 que guardaban sin ojear siquiera.
Así, tras constantes derroches de nuevos adelantos -necesidad irresisti-ble de compensar con siete días de gran señor las miserias del obraje- los mensú volvieron a remontar el río en el Sílex. Cayé llevó compañera, y los tres borrachos como los demás peones, se instalaron en el puente, donde ya diez mulas se hacinaban en íntimo contacto con baúles, atados, perros, mujeres y hombres.
Al día siguiente, ya despejadas las cabezas, Podeley y Cayé examinaron sus libretas: era la primera vez que lo hacían desde la contrata. Cayé había recibido 120 pesos en efectivo y 35 en gasto, y Podeley 130 y 75, respectivamente.
Ambos se miraron con expresión que pudiera haber sido de espanto si un mensú no estuviera perfectamente curado de ese malestar. No recordaban haber gastado ni la quinta parte siquiera.
-¡Añá!... -murmuró Cayé-. No voy a cumplir nunca... Y desde ese momento tuvo sencillamente -como justo castigo de su despilfarro- la idea de escaparse de allá.
La legitimidad de su vida en Posadas era, sin embargo, tan evidente pa-ra él que sintió celos del mayor adelanto acordado a Podeley.
-Vos tenés suerte... -dijo-. Grande tu anticipo...
-Vos traés compañera -objetó Podeley-. Eso te cuesta para tu bolsi-llo...
Cayé miró a su mujer y, aunque la belleza y otras cualidades de orden más morales pesan muy poco en la elección de un mensú, quedó satisfecho. La muchacha deslumbraba, efectivamente, con su traje de raso, falda verde y blusa amarilla; luciendo en el cuello sucio un triple collar de perlas; zapatos Luis XV; las mejillas brutalmente pintadas y un desdeñoso cigarro de hoja bajo los párpados entornados.
Cayé consideró a la muchacha y su revólver 44; era realmente lo único que valía de cuanto llevaba con él. Y aun corría el riesgo de naufragar el 44 tras el anticipo, por minúscula que fuera su tentación de tallar.
A dos metros de él, sobre un baúl de punta, en efecto, los mensú jugaban concienzudamente al monte cuanto tenían. Cayé observó un rato riéndose, como se ríen siempre los peones cuando están juntos, sea cual fuere el motivo, y se aproximó al baúl colocando a una carta 5 cigarros.
Modesto principio, que podía llegar a proporcionarle el dinero suficiente para pagar el adelanto en el obraje y volverse en el mismo vapor a Posa-das a derrochar su nuevo anticipo.
Perdió, perdió los demás cigarros, perdió cinco pesos, el poncho, el collar de su mujer, sus propias botas y su 44. Al día siguiente recuperó las botas, pero nada más, mientras la muchacha compensaba la desnudez de su pescuezo con incesantes cigarros despreciativos.
Podeley ganó; tras infinito cambio de dueño, el collar en cuestión y una caja de jabones de olor que halló modo que jugar contra un machete y media docena de medias, que ganó, quedando así satisfecho.
Habían llegado por fin. Los peones treparon la interminable cinta roja que escala la barranca, desde cuya cima el Sílex aparecía disminuido y hundido en el lúgubre río. Y con ahijús y terribles invectivas en guaraní (bien que alegres todos) despidieron al vapor, que debía ahogar en una baldeada de tres horas la nauseabunda atmósfera de desaseo, pachulí y mulas enfermas que durante cuatro días remontó con él.
Para Podeley, labrador de madera, cuyo diario podía subir a siete pesos, la vida del obraje no era dura. Hecho a ella, domaba su aspiración de estricta justicia en el cubicaje de la madera, compensando las rapiñas rutinarias con ciertos privilegios de buen peón. Su nueva etapa comenzó al día siguiente, una vez remarcada su zona de bosque. Construyó con hojas de palmera su cobertizo -techo y pared sur, nada más-; dio su nombre de cama a ocho varas horizontales, y de un horcón colgó la provista semanal. Recomenzó, automáticamente, sus días de obraje: silenciosos mates al levantarse, de noche aún, que se sucedían sin desprender la mano de la pava; la exploración en descubierta de madera, el desayuno a las ocho; harina, charque y grasa; el hacha luego, a busto descubierto, cuyo sudor arrastraba tábanos, barigüís y mosquitos; después, el almuerzo -esta vez porotos y maíz flotante en la inevitable grasa-, para concluir de noche, tras nueva lucha con las piezas de 8 por 30, con el yopará de mediodía.
Fuera de algún incidente con sus colegas labradores, que invadían su jurisdicción; del hastío de los días de lluvia, que lo relegaban en cuclillas frente a la pava, la tarea proseguía hasta el sábado de tarde. Lavaba entonces su ropa y el domingo iba al almacén a proveerse.
Era éste el real momento de solaz de los mensú, olvidándolo todo entre los anatemas de la lengua natal, sobrellevando con fatalismo indígena la suba siempre creciente de la provista, que alcanzaba entonces a cinco pesos por ma-chete y ochenta centavos por kilo de galleta. El mismo fatalismo que aceptaba esto con un ¡añá! y una riente mirada a los demás compañeros, le dictaba, en elemental desagravio, el deber de huir del obraje en cuanto pudiera. Y si esta ambición no estaba en todos los pechos, todos los peones comprendían esa mordedura de contrajusticia que iba, en caso de llegar, a clavar los dientes en la en-traña misma del patrón. Éste, por su parte, llevaba la lucha a su extremo final vigilando día y noche a su gente, y en especial a los mensualeros.
Ocupábanse entonces los mensú en la planchada, tumbando piezas entre inacabable gritería, que subía de punto cuando las mulas, impotentes para contener la alzaprima que bajaba de la altísima barranca a toda velocidad, rodaban una sobre otra dando tumbos, vigas, animales, carretas, todo bien mezclado. Rara-mente se lastimaban las mulas; pero la algazara era la misma.
Cayé, entre risa y risa, meditaba siempre su fuga; harto ya de revirados y yoporás, que el pregusto de la huida tornaba más indigestos, deteníase aún por falta de revólver, y ciertamente, ante el winchester del capataz. ¡Pero si tuviera un 44!...
La fortuna llególe esta vez en forma bastante desviada.
La compañera de Cayé, que desprovista ya de su lujoso atavío se ganaba la vida lavando la ropa a los peones, cambió un día de domicilio. Cayé la es-peró dos noches, y a la tercera fue al rancho de su reemplazante, donde propinó una soberbia paliza a la muchacha. Los dos mensú quedaron solos charlando, de resultas de lo cual convinieron en vivir juntos, a cuyo efecto el seductor se ins-taló con la pareja. Esto era económico y bastante juicioso. Pero como el mensú parecía gustar realmente de la dama -cosa rara en el gremio- Cayé ofreciósela en venta por un revólver con balas, que él mismo sacaría del almacén. No obs-tante esa sencillez, el trato estuvo apunto de romperse porque a última hora Cayé pidió que se agregara un metro de tabaco de cuerda, lo que pareció excesivo al mensú. Concluyóse por fin el mercado, y mientras el fresco matrimonio se instalaba en su rancho, Cayé cargaba concienzudamente su 44 para dirigirse a concluir la tarde lluviosa tomando mate con aquéllos.
El otoño finalizaba, y el cielo, fijo en sequía con chubascos de cinco mi-nutos, se descomponía por fin en mal tiempo constante, cuya humedad hinchaba el hombro de los mensú. Podeley, libre de esto hasta entonces, sintiéndose un día con tal desgano al llegar a su viga que se detuvo, mirando a todas partes, sin saber qué hacer. No tenía ánimo para nada. Volvió a su cobertizo, y en el camino sintió un ligero cosquilleo en la espalda.
Sabía muy bien qué eran aquel desgano y aquel hormigueo a flor de piel. Sentóse filosóficamente a tomar mate, y media hora después un hondo y largo escalofrío recorrióle la espalda bajo la camisa.
No había nada que hacer. Se echó en la cama tiritando de frío, doblado en gatillo bajo el poncho, mientras los dientes, incontenibles, castañeteaban a más no poder.
Al día siguiente el acceso, no esperado hasta el crepúsculo, tornó a mediodía, y Podeley fue a la comisaría a pedir quinina. Tal claramente se denunciaba el chucho en el aspecto del mensú, que el dependiente bajó los paquetes sin mirar casi al enfermo, quien volcó tranquilamente sobre su lengua la terrible amargura aquella. Al volver al monte tropezó con el mayordomo.
-¡Vos también! -le dijo éste mirándolo-. Y van cuatro. Los otros no importa... poca cosa. Vos sos cumplidor... ¿Cómo está tu cuenta?
-Falta poco; pero no voy a poder trabajar...
-¡Bah! Curate bien y no es nada... Hasta mañana
-Hasta mañana -se alejó Podeley apresurando el paso, porque en los talones acababa de sentir un leve cosquilleo.
El tercer ataque comenzó una hora después, quedando Podeley des-plomado en una profunda falta de fuerza y la mirada fija y opaca, como si no pudiera alcanzar más allá de uno o dos metros.
El descanso absoluto a que se entregó por tres días -bálsamo específico para el mensú, por lo inesperado- no hizo sino convertirle en un bulto casta-ñeante y arrebujado sobre un raigón. Podeley, cuya fiebre anterior había tenido honrado y periódico ritmo, no presagió nada bueno para el de esa galopada de accesos casi sin intermitencia. Hay fiebre y fiebre. Si la quinina no había cortado a ras el segundo ataque, era inútil que se quedara allá arriba a morir hecho un ovillo en cualquier recodo de picada. Y bajó de nuevo al almacén.
-¡Otra vez vos! -lo recibió el mayordomo-. Eso no anda bien... ¿No tomaste quinina-
-Tomé... No me hallo con esta fiebre... No puedo con mi hacha. Si querés darme para mi pasaje, te voy a cumplir en cuanto me sane...
El mayordomo contempló aquella ruina y no estimó en gran cosa la vida que quedaba en su peón.
-¿Cómo está tu cuenta- preguntó otra vez.
-Debo veinte pesos todavía... El sábado entregué... Me hallo enfermo grande...
-Sabés bien que mientras tu cuenta no esté pagada debés quedarte. Abajo podés morirte. Curate aquí y arreglás tu cuenta en seguida.
¿Curarse de una fiebre perniciosa allí donde se la adquirió- No, por cierto; pero el mensú que se va puede no volver, y el mayordomo prefería hom-bre muerto a deudor lejano.
Podeley jamás había dejado de cumplir nada, única altanería que se permite ante su patrón un mensú de talla.
-¡No me importa que hayas dejado o no de cumplir! -replicó el mayordomo-. ¡Pagá tu cuenta primero, y después hablaremos!
Esta injusticia para con él creó lógica y velozmente el deseo del desquite. Fue a instalarse con Cayé, cuyo espíritu conocía bien, y ambos decidieron escaparse el próximo domingo.
-¡Ahí tenés! -Gritóle el mayordomo esa misma tarde al cruzarse con Podeley-. Anoche se han escapado tres... ¿Esto es lo que te gusta, no- ¡Ésos también eran cumplidores! ¡Como vos! ¡Pero antes vas a reventar aquí que salir de la planchada! ¡Y mucho cuidado, vos y todos los que están oyendo! ¡Ya saben!
La decisión de huir y sus peligros -para los que el mensú necesita todas sus fuerzas- es capaz de contener algo más que una fiebre perniciosa. El domin-go, por lo demás, había llegado; y con falsas maniobras de lavaje de ropa, simulados guitarreos en el rancho de tal o cual, la vigilancia pudo ser burlada y Po-deley y Cayé se encontraron de pronto a mil metros de la comisaría.
Mientras no se sintieran perseguidos no abandonarían la picada; Podeley caminaba mal. Y aun así...
La resonancia peculiar del bosque trájoles, lejana, una voz ronca.
-¡A la cabeza! ¡A los dos!
Y un momento después surgían de un recodo de la picada el capataz y tres peones corriendo... La cacería comenzaba.
Cayé amartilló su revólver sin dejar de huir.
-¡Entregate, añá! -gritóles el capataz.
-Entremos en el monte -dijo Podeley-. Yo no tengo fuerza para mi machete.
-¡Volvé o te tiro! -llegó otra voz.
-Cuando estén más cerca... -comenzó Cayé. Una bala de winchester pasó silbando por la picada.
-¡Entrá! -gritó Cayé a su compañero. Y parapetándose tras un árbol, descargó hacia los perseguidores los cinco tiros de su revólver.
Una gritería aguda respondióles, mientras otra bala de winchester hacía saltar la corteza del árbol.
-¡Entregate o te voy a dejar la cabeza!...
-¡Andá no más! -instó Cayé a Podeley-. Yo voy a...
Y tras nueva descarga entró en el monte.
Los perseguidores, detenidos un momento por las explosiones, lanzáronse rabiosos adelante, fusilando golpe tras golpe de winchester el derrotero probable de los fugitivos.
A cien metros de la picada, y paralelos a ella, Cayé y Podeley se alejaban, doblados hasta el suelo para evitar las lianas. Los perseguidores presumían esta maniobra; pero como dentro del monte el que ataca tiene cien probabilida-des contra una de ser detenido por una bala en mitad de la frente, el capataz se contentaba con salvas de winchester y aullidos desafiantes. Por lo demás, los tiros errados hoy habían hecho lindo blanco la noche del jueves...
El peligro había pasado. Los fugitivos se sentaron rendidos. Podeley se envolvió en el poncho y recostado en la espalda de su compañero sufrió en dos terribles horas de chucho el contragolpe de aquel esfuerzo.
Luego prosiguieron la fuga, siempre a la vista de la picada, y cuando la noche llegó por fin acamparon. Cayé había llevado chipas y Podeley encendió fuego, no obstante los mil inconvenientes en un país donde, fuera de los pavo-nes, hay otros seres que tienen debilidad por la luz, sin contar los hombres.
El sol estaba muy alto ya cuando a la mañana siguiente encontraron el riacho, primera y ultima esperanza de los escapados. Cayé cortó doce tacuaras sin más prolija elección y Podeley, cuyas últimas fuerzas fueron dedicadas a cortar los isipós, tuvo apenas tiempo de hacerlo antes de arrollarse a tiritar.
Cayé, pues, construyó sólo la jangada diez tacuaras atadas longitudinalmente con lianas, llevando en cada extremo una atravesada.
A los diez segundos de concluida se embarcaron. Y la jangadilla arrastrada a la deriva, entró en el Paraná.
Las noches son en esa época excesivamente frescas, y los dos mensú, con los pies en el agua, pasaron la noche helados, uno junto al otro. La corriente del Paraná, que llegaba cargado de inmensas lluvias, retorcía la jangada en el borbollón de sus remolinos y aflojaba lentamente los nudos de isipó.
En todo el día siguiente comieron dos chipas, último resto de provisión, que Podeley probó apenas. Las tacuaras, taladradas por los tambús, se hundían, y al caer la tarde la jangada había descendido una cuarta del nivel del agua.
Sobre el río salvaje, encajonado en los lúgubres murallones del bosque, desierto del más remoto ¡Ay!, los dos hombres, sumergidos hasta la rodilla, deri-vaban girando sobre sí mismos, detenidos un momento inmóviles ante un remoli-no, siguiendo de nuevo, sosteniéndose apenas sobre las tacuaras casi sueltas que se escapaban de sus pies, en una noche de tinta que no alcanzaba a romper sus ojos desesperados.
El agua llegábales ya al pecho cuando tocaron tierra. ¿Dónde? No lo sabían... Un pajonal. Pero en la misma orilla quedaron inmóviles, tendidos de vientre.
Ya deslumbraba el sol cuando despertaron. El pajonal se extendía veinte metros tierra adentro, sirviendo de litoral a río y bosque. A media cuadra al Sur, el riacho Paranaí, que decidieron vadear cuando hubiera recuperado las fuerzas. Pero éstas no volvían tan rápidamente como era de desear, dado que los cogo-llos y gusanos de tacuara son tardos fortificantes. Y durante veinte horas, la llu-via cerrada transformó al Paraná en aceite blanco y al Paranaí en furiosa avenida. Todo imposible. Podeley se incorporó de pronto chorreando agua, apoyándose en el revólver para levantarse y apuntó a Cayé. Volaba de fiebre.
-¡Pasá, añá!...
Cayé vio que poco podía esperar de aquel delirio, y se inclinó disimuladamente para alcanzar a su compañero de un palo. Pero el otro insistió:
-¡Andá al agua! ¡Vos me trajiste! ¡Bandeá el río!
Los dedos lívidos temblaban sobre el gatillo.
Cayé obedeció, dejóse llevar por la corriente y desapareció tras el pajonal, al que pudo abordar con terrible esfuerzo.
Desde allá y de atrás, acechó a su compañero; pero Podeley yacía de nuevo de costado, con las rodillas recogidas hasta el pecho, bajo la lluvia incesante. Al aproximarse Cayé alzó la cabeza, y sin abrir casi los ojos, cegados por el agua murmuró:
-Cayé... caray... Frío muy grande...
Llovió aún toda la noche sobre el moribundo la lluvia blanca y sorda de los diluvios otoñales, hasta que a la madrugada Podeley quedó inmóvil para siempre en su tumba de agua.
Y en el mismo pajonal, sitiado siete días por el bosque, el río y la lluvia, el superviviente agotó las raíces y gusanos posibles, perdió poco a poco sus fuerzas, hasta quedar sentado, muriéndose de frío y hambre, con los ojos fijos en el Paraná.
El Sílex, que pasó por allí al atardecer, recogió al mensú ya casi moribundo. Su felicidad transformóse en terror al darse cuenta al día siguiente de que el vapor remontaba el río.
-¡Por favor te pido! -lloriqueó ante el capitán-. ¡No me bajen en Puerto X! ¡Me van a matar!... ¡Te lo pido de veras!...
El Sílex volvió a Posadas, llevando con él al mensú, empapado aún.
Pero a los diez minutos de bajar a tierra estaba ya borracho con nueva contrata y se encaminaba tambaleando a comprar extractos.


HORACIO QUIROGA