miércoles, 15 de julio de 2009

LA CHIPA













Su nombre designa a los panes de harina de maíz y mandioca, siendo uno de los alimentos más antiguos que tiene la población americana. Con la venida de los españoles este pan adquiere una simbiosis con la cual se consolida la chipa que actualmente conocemos. Así se introducen la utilización de los huevos, leche y queso en su elaboración.
En los registros históricos de la época de la colonia y de los Jesuitas aparece en varios párrafos que los Guaraníes preparaban tortas y panes de mandioca o de maíz. Para la fabricación de la chipa no se usa ningún tipo de levadura y puede guardarse varios días, a pesar del calor. Estas características hicieron que en los inicios de la catequización, los sacerdotes admitiesen su consumo durante la Semana Santa y en todas las celebraciones religiosas (Miró Ibars, 2001: 84).
Algo interesante de destacar es que si bien prácticamente existe una receta básica, a todas las familias les sale con un sabor o punto diferente, es como si cada familia impregnara su espíritu en la masa. Esto que afirma Miró Ibars (2001:85) da cuenta de lo intangible de la chipa, de su valor patrimonial, de su significación, de ser un producto de la transmisión generacional, de que cada uno tiene su método y ritual de elaboración, de la utilización de medidas aproximadas y con todo eso - o por eso-, sigue siendo chipa. Se han registrado 70 variantes, sin contar las formas. La chipa se prepara con distintos ingredientes, pero los pilares son la mandioca y el maíz y sus distintas harinas, le sigue en importancia el coco, maní, arroz, poroto y algunos otros ingredientes que sirven para completarla o crear variantes.
Además de los múltiples ingredientes que entran en su elaboración, existen distintas morfologías que puede adquirir y diversas variantes de cocción (con hojas de banana, güembé, yaguarundí, jui, achira, avatí piré o las hojas que cubren la espiga del maíz; bajo cenizas; paila de barro; palo asador; horno o tatakúa).

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